Reseña: The Plague Cycle de Charles Kenny
La pandemia de Covid-19 ha traído una creciente literatura sobre pandemias y enfermedades infecciosas de vuelta a un punto central de la conversación pública y de la producción académica. The Plague Cycle de Charles Kenny es en ese contexto uno de los mejores esfuerzos por discutir la intrincada relación que tenemos como sociedades con los patógenos que han sido una causa tan recurrente de nuestros problemas.
El libro hace un repaso histórico por algunas de las pandemias más terribles, la viruela en el mundo antiguo, la muerte negra, la viruela en el nuevo mundo tras la conquista, el cólera en Reino Unido, el tifus en el ejercito napoleónico y algunas de las enfermedades que hemos enfrentado de forma más reciente, VIH, el ébola, etc.
A diferencia de otros libros con perspectiva histórica como son el clásico Plagues and Peoples de William McNeill, que se centra en los impactos políticos, demográficos y ecológicos (1977), o como Pandenomics (2020) que se centra en la historia económica y los impactos económicos y distributivos; Kenny se enfoca en ofrecernos un contraste entre lo terrible que fue el mundo antiguo y sus enfermedades y lo mucho mejor que es nuestro mundo. En gran medida esa diferencia es el resultado de nuestros avances tecnológicos.
El libro es una celebración del progreso técnico como mecanismo para el escape de la trampa malthusiana y la prolongación de nuestras vidas. En ese sentido parte del argumento del libro recuerda directamente a Ester Boserup y su libro The Conditions of Agricultural Growth (1965). El argumento de Boserup es que el estancamiento de niveles de vida en el mundo antiguo no era producto de falta de tierra o directamente de productividad — siempre se podía expandir la frontera agraria para producir más o hacer un uso más intensivo de la misma — sino un resultado de la falta de tecnología y de las enfermedades infecciosas y su efecto en las personas a través de la nutrición neta. El argumento de Kenny es parecido pues pone el énfasis en el progreso técnico y sus efectos sanitarios más que en la productividad de la tierra como parte central de esa escapatoria.
La discusión histórica en el libro es muy rica y llena de detalles interesantes que sirven para poner en perspectiva la importancia global de las enfermedades infecciosas. El colapso de imperios, la conquista de las américas, fracasos en las campañas militares de Napoleón — es muy interesante que en la campaña en Rusia de 1812 murieron más soldados por tifus que en los combates, incluyendo Borodino — . Uno de esos detalles que disfrute mucho fue como las especias que usamos en la comida y con lo que damos la sazón a nuestros alimentos, es quizá en parte una reacción a las enfermedades presentes en el territorio. Por ejemplo, Kenny cita el trabajo de Paul Sherman y Jennifer Billing (1999) sobre la correlación entre el número de especies que se usan para cocinar, por ejemplo, orégano y ajo — especias que se ha encontrado matan bacterias — con un entorno más cálido y por lo tanto más rico en enfermedades infecciosas.
No obstante, lo más valioso del libro quizá no esté en la parte histórica del mismo, aunque repito es muy detallada en especial lo relacionado al cólera en Londres y el desarrollo de infraestructura de drenaje. El mayor valor está en el amplio conocimiento que tiene Kenny en distintos aspectos de la pobreza en el mundo en desarrollo en nuestro tiempo. Kenny nos recuerda que si bien, desde nuestra perspectiva privilegiada las enfermedades infecciosas parecen cosas del pasado, en buena parte del mundo siguen reclamando la vida de millones de personas, en especial niños. Al mismo tiempo, esa es la magnitud de nuestro progreso, apenas un siglo atrás esas muertes eran millones más.
The Plague Cycle nos recuerda que no hay nada fortuito de todos nuestros éxitos, es un triunfo del Estado. Las batallas contra las enfermedades infecciosas son batallas públicas, no pueden ser privadas — al menos que queramos perderlas — y una experiencia como el Covid-19 es un llamado a que recordemos eso y nos preparemos para las siguientes pandemias que vendrán. El autor nos recuerda que estamos muy lejos de obtener un triunfo definitivo frente a las enfermedades, más lejos aún si pensamos en aspectos como aplicaciones militares de virus o bacterias y el constante deterioro ecológico que libera nuevos patógenos de forma constante.
El mensaje del libro es que buena parte de nuestro progreso durante los últimos dos siglos, y en especial durante los últimos setenta años, nos ha dado un mundo con menos sufrimiento. Un progreso que es en parte responsable de darnos un mundo más conectado. Este progreso no debemos tomarlo como algo dado. En un descuido, si fallamos en recordar las lecciones que hemos aprendido, el valor de lo público, la importancia de la cooperación internacional, entre otras, podríamos terminar encontrándonos de vuelta en un mundo donde el dolor, el terror y la angustia de estas enfermedades vuelvan a ser parte de la vida cotidiana.
5/52.